El trabajo sin límites de Médicos sin Fronteras
Terremoto en Turquía, violencia en Haití, complicados casos de sarna
en refugiados de Cox’s Bar en Bangladesh, un club de madres
adolescentes en Zimbabue que alzan su voz con el fin de empoderar
su salud sexual, o para no ir tan lejos, Colombia donde los Médicos
Sin Fronteras también trabajan sin descanso en poblaciones
vulneradas por la violencia, por los desastres naturales, por la
pobreza, por la falta de acceso a la salud… Son profesionales, con
diferentes especialidades, que a menudo se exponen a situaciones de
peligro, como sucesos violentos, o riesgo de contagio de
enfermedades letales. Su escenario de trabajo siempre ocupa los
titulares de prensa, y donde hay una calamidad, siempre hay un
especialista de MSF.
TOPDOCTOR MAGAZINE EN ESPAÑOL tuvo la oportunidad de
hablar con el director para Latinoamérica de MSF, una organización
fundada en Francia en 1970, bajo tres principios humanitarios:
imparcialidad, neutralidad e independencia. La organización ha
prestado asistencia médica a millones de personas en todo el mundo.
Andrés Weisz llevaba una ‘vida normal’, antes de empezar su aventura
con Médicos Sin Fronteras. Es economista, trabajaba para Naciones
Unidas y había hecho un completo recorrido profesional en empresas
multinacionales vinculadas al mundo privado. Pero no era feliz.
Un día de enero de 2008, cuando empezaba como administrador en
Etiopía, fue enviado a una jornada de vacunación a una zona en
medio de la nada africana, llamada Guji. Allá, cuando viajaba en plena
noche, en una camioneta de MSF, con dos etíopes y un sierraleonés,
entendió que trabajar para una organización así, no es sólo un asunto
profesional, es un modo de vida. “Tienes que renunciar al confort”.
Cuenta Weisz que en esta empresa gigante trabajan 63 mil personas
de 172 nacionalidades, en 70 países del mundo. Sus recursos
provienen de más de siete millones de donantes independientes, no
reciben dineros de ningún Estado, de organizaciones religiosas, o
políticas, ni de grandes multinacionales.
Han estado presentes en algunas de las crisis humanitarias más
graves del mundo: la epidemia del VIH en África, la crisis de
refugiados en la frontera entre Pakistán y Afganistán, el terremoto de
Haití en 2010, sólo por mencionar algunas, y las más recientes, el
terremoto de Turquía y Siria, donde centraron su tarea en conseguir
refugio a los inmigrantes y brindarles atención médica primaria. En
2022, durante la guerra entre Rusia y Ucrania, MSF puso un tren en
Ucrania que atravesaba el país de oriente a occidente para evacuar
pacientes, así lograron atender a más de tres mil personas.
Trabajar en estos países implica un esfuerzo logístico gigantesco.
Tienen tres centros de aprovisionamiento: Bordeaux (Francia),
Bruselas (Bélgica) y Ámsterdam (Países Bajos). Desde allí hacen
llegar los equipos y medicamentos que necesitan para atender la
tragedia. A veces, si las condiciones de la zona no son buenas, les
toca improvisar un refugio. Por ejemplo, en Sudán del sur, un país
africano muy rural, montaron un hospital inflable para hacer varias
cirugías con óptimas condiciones sanitarias.
“Hay países donde se llega a acuerdos con los ministerios de salud
para operar en hospitales normales. El hecho es poder ayudar”, dice
Weisz, con la plena consciencia de que a veces los médicos y los
enfermeros trabajan en lugares peligrosos y apartados, en los que se
ve la vida con ojos compasivos.
MSF en Colombia
La MSF tuvo su primera misión en Colombia en 1985, durante la
tragedia de Armero por la erupción del volcán Nevado de Ruiz, en el
Tolima, que hoy, por su actividad sísmica, de nuevo tiene a la
comunidad en alerta.
Han pasado 38 años desde la tragedia y la situación de país sigue
siendo compleja en muchos aspectos, pobreza, brechas sociales,
conflictos armados y deficiente atención en salud. En este último
punto, la zona más afectada es la región del Pacífico, específicamente
el Alto Baudó, en Chocó; y el Triángulo de Telembí, en Nariño, hasta
donde llega regularmente MSF a prestar una atención médica y
humanitaria.
Actualmente, para la MSF la problemática más difícil en nuestro país
es el paso de los migrantes. Cuenta Weisz que la mayoría son
venezolanos, haitianos y personas del medio oriente. “Algunos vuelan
a Ecuador, porque no les piden visa, atraviesan Colombia, siguen la
ruta de Centroamérica hasta llegar a México y pasan la frontera con
los Estados Unidos, una travesía que puede llegar a durar 40 días y
solo algunos cumplen su meta de tocar suelo americano”.
Las cifras de migrantes son alarmantes. En 2022, 240 mil migrantes
cruzaron el Darién, una selva espesa y sin recursos. MSF atendió más
de 40 mil consultas médicas y de salud mental, mujeres embarazadas,
niños que perdieron a sus padres en la selva, casos de violencia
sexual y robos.
En su paso por Colombia, Weisz habló de la satisfacción que siente al
aportar un grano de arena para que nuestro país tenga una mejor
atención en salud en regiones apartadas y poder darle una luz de
esperanza a los desplazados por la violencia. Colombia, dice, siempre
estará en el corazón de MSF.
Destacado
MSF es una organización multidisciplinaria en la que trabajan 63 mil
personas de 172 nacionalidades, en 70 países.
Pie de foto 1: El Geo Barents es el barco que utiliza MSF para rescatar
migrantes que salen de Libia.
Pie de foto 2: El quirófano, que instalan en una carpa inflable, es la
opción cuando las condiciones de la zona no permiten algo mejor.
Cortesía MSF.
Pie de foto 3: Andrés Weisz, director de Médicos Sin Fronteras para
Latinoamérica.
TDMEE
Pie de foto 4: En este tren, que adecuaron como clínica, atendieron
más de tres mil personas heridas en la guerra de Rusia y Ucrania.
Cortesía MSF
Pie de foto 5: equipos médicos de MSF afrontan situaciones que no
cualquier profesional de la salud vive, pero ellos lo asumen como una
forma de vida.