El déficit de fármacos no es nuevo en Colombia. El problema se empezó a evidenciar a mediados de 2022 cuando las farmacias se quedaron sin medicamentos, para entregarle a los pacientes de las EPS, que sufren de trastornos mentales, condiciones cardíacas, VIH y diferentes enfermedades comunes y crónicas como epilepsia, diabetes e hipertensión arterial. Esta preocupante situación obligó a algunos usuarios a tener que pagar altos costos por los medicamentos en una farmacia para no poner en riesgo su salud, y lógicamente afectando su bolsillo.

Ese es el caso de César Aguirre, un relacionista público de 56 años que, a pesar de contar con un plan complementario en salud, venía reclamando juiciosamente sus medicamentos en la farmacia asignada para el manejo de una falla renal crónica  y una hipertensión arterial, que si no controla debidamente sabe que puede terminar en un problema cardiaco o en un accidente cardiovascular.

Su panorama cambió desde octubre de 2022. “Llegué y la fila era más larga de lo normal, pasaron más de 20 minutos y no se movía. Pedí a la señora que estaba delante de mí que me guardara el puesto mientras iba hasta la puerta principal a preguntar qué pasaba. Caminé no menos de 200 metros, ya se podrá imaginar la fila en medio de una llovizna y un frío tenaz”.

Al llegar a la entrada, Aguirre le preguntó a un guarda que lo único que atinó a decirle era que sólo estaban dejando entrar de a cinco personas. Vio salir a una pareja de adultos mayores renegando porque no les entregaron los medicamentos. Le preguntó al señor qué le sucedía y entre el disgusto y la preocupación le dijo que le habían dicho que no tenían la medicina que necesitaba. Se trataba de un fármaco para su esposa, que tiene una enfermedad crónica del hígado y no puede suspender el tratamiento. Lo que dijo la persona que los atendió en la farmacia era que les tocaba comprar el medicamento en cualquier farmacia comercial. El valor al público oscilaba entre los 250 y 300 mil pesos.

Una crisis nacional

Y así como esta pareja hay miles o quizás millones de colombianos que hoy viven situaciones similares en el país. La escasez de medicamentos es un tema preocupante. César González, gerente de salud de la Asociación Colombiana de Empresas de Medicina Integral (ACEMI), gremio que agrupa las entidades promotoras de salud (EPS), le planteó la situación al actual gobierno desde que empezó el empalme, es decir, a mediados de 2022.

Para ese entonces ya se percibía insuficiencia de algunos medicamentos, por causas asociadas a distintos factores: un desabastecimiento mundial debido a la alta demanda de medicamentos que se empezó a sentir después de la pandemia del Covid-19.

Luego del encierro mucha gente volvió al médico para hacerse sus chequeos normales y eso hizo disminuir los inventarios. También influyó el colapso de la cadena de suministro de materias primas provenientes de Asia y de Ucrania, que por su situación bélica con Rusia tiene paralizada la fabricación y la distribución de medicinas.

En Colombia, un elemento que genera mucha incertidumbre es el futuro de la reforma a la salud propuesta por el gobierno nacional, que aún no había iniciado debates en el Congreso de la República.

Lo que menos se consigue

Actualmente, más de 50 medicamentos, (entre ellos diclofenaco, acetaminofén,  amoxicilina y losartán), según el consolidado de Invima con fecha del 28 de febrero, se encuentran desabastecidos o en riesgo de escasez. Muchos se preguntarán, ¿por qué las EPS no tienen medicamentos para dispensar y las farmacias comerciales sí? La respuesta es que son dos canales distintos, con diferente modelo de negocio y de presupuesto.

La solución, dicen algunos actores claves en este tema, es impulsar la producción local para no depender de los productos importados y promover los medicamentos genéricos que tienen un menor costo. A pesar de que para ACEMI la situación ha mostrado algo de alivio durante el primer trimestre del año, “todavía hay mucho por resolver”, Según Castiblanco, “falta más seguimiento y una posición más comprometida de los involucrados en el proceso porque es responsabilidad de todos.

A veces se percibe como una falta de interés de encontrar una salida a esta escasez que, sin duda, es muy grave. En una situación donde está en juego la vida y el bienestar de los más de 34 millones de afiliados. Desafortunadamente no hay un panorama alentador y esto no se va a resolver a corto plazo”.

Mientras tanto, los pacientes crónicos que requieren medicamentos de forma permanente piden soluciones. Con el costo de vida tan alto, muchos no tienen dinero para comprarlos y parar el tratamiento implica poner en riesgo la vida.